domingo, 19 de septiembre de 2010

Cinismo y putrefacción moral

La putrefacción moral es una cosa de todos los días en Ecuador. "Si este tipo roba, ¿por qué yo no he de robar?" Si el gobierno hace tal o cual cosa (que en es moralmente deleznable), la gente se pregunta: ¿por qué no hemos nosotros de hacer lo mismo?

El escándalo de PETROECUADOR es una prueba más, de la irrefutable noción de que en el Ecuador, la mentalidad colectiva e individual están descompuestos, y que esa, es la tierra de las mamás de Tarzán.

Siguiendo la idea del párrafo inicial, un grupo de gente dobló la ley y sacó beneficio de ésta. Tal parece, de todos los empleados que han sido despedidos, un gran número, ni siquiera tenían idea de que estaban inmersos en un acto de corrupción o de que habían sido incluídos en el paquete de accionistas de una empresa ilegítimamente constituída.

Tendrán que investigar las autoridades. (¿cuáles?)

Lo irónico del caso es que la Secretaría de Transparencia, haciendo gala de algo nunca antes visto: transparencia, se hizo eco de la denuncia que nos ocupa y como medida inicial, gestó el despido de unos 500 empleados de PETROECUADOR.

Es irónico, porque una de las razones por las que se sustenta el despido de estos empleados y la acción legal correspondiente, es que la conformación de esa empresa se dio en medio de una declaratoria de "emergencia" por parte de un gobierno anterior y por lo tanto, se le asignó a "dedo" y sin licitación de por medio el jugoso negocito por el cual se ha iniciado la investigación por corrupción. Los puritanos del gobierno ahora dicen que no habían causales para la tal declaratoria de emergencia.

Solo en Ecuador, podemos ver como el burro critica las orejas del conejo, y el sapo habla de bocas al cocodrilo.

Algunos empleados de PETROECUADOR, por lo visto, hacían de juez y parte en estos negocitos. Los puritanos del gobierno aseveran que eso no puede ocurrir con empleados públicos.

Lo extraño de todo esto es que el gobierno de las manos limpias, mentes lúcidas y corazones ardientes, a través de su líder máximo se la han pasado por más de 3 años, declarando emergencias a diestra y siniestra y por lo tanto, asignando a dedo los contratos a un sinfín de empresas para la ejecución de obras y proyectos. Y para más inri del asunto, muchos de esos revolucionarios del gobierno, tienen participación directa en dichas empresas. Y si no me creen, pregúntenle a los hermanos Alvarado.

En un arranque de moralismo, el gobierno acusa y condena a otros de y por lo mismo que ha venido haciendo en estos tres años los robolucionarios del siglo XXI.

El cinismo e impunidad son manifestaciones propias de los malandros cuando encuentran que otros les están haciendo la competencia.

¿Será posible que en esta vida la Secretaría de Transparencia, con similar acuciosidad y premura, analice igualmente, si las declaratorias de emergencia de este gobierno ameritaban tal acción; y será que investiga los conflictos de intereses de los honorabilísimos miembros del gobierno que tienen participación en las empresas asignadas "dedocráticamente" para cumplir con las patrióticas tareas a ellas asignadas?

viernes, 17 de septiembre de 2010

No es el monto, es el acto

Leí la carta de una iracunda lectora, quien criticaba a los medios de comunicación, por dedicarle demasiado tiempo y espacio al asunto de los dos mil y pico de dólares que se le cargaron a la cuenta de un ministerio, para que los asambleístas gobiernistas y los burócratas ministeriales/gubernamentales de turno se nutran opíparamente en algún hotel mientras se encontraban en un conciliábulo.

La disgustada lectora nos da a entender que los medios de comunicación no deberían estar haciendo tanto revuelo por una nimiedad, como unos pinches 2.000 dólares y que más bien deberían enfocarse en los latrocinios de mayor envergadura, por lo que ha decidido llamarlos "pusilánimes".

Leo así mismo, que el ilustrísimo presidente de la logia de levantamanos ha dicho que en el peor de los casos, si, en efecto, esos 2 mil dólares -que le pertenecen al pueblo- han sido mal utilizados, que los comensales de dicho ágape, hagan baca para resarcir al ministerio los dineros aflojados.

En ambos casos, -el de la lectora y el del Presidente de la Asamblea- se puede uno dar cuenta de la incapacidad de ambos para apreciar la inmoralidad; de la descomposición moral que afecta al país... de esa laxitud moral y permisivismo que han sumido a nuestro pueblo en profundo grado de incivilización.

Entiendan, no se trata del monto, se trata del acto. En otros lugares del mundo, donde se respeta la ley y existen valores morales, lo que en Ecuador se ha hecho, se considera corrupción y dilapidación de fondos públicos, y quienes auspiciaron y participaron de tal hecho, solitos hubiesen renunciado ante la vergüenza del caso o en su defecto, hubiesen sido puestos de patitas en la calle por la justicia o las autoridades competentes (que en nuestro caso no existen, están ausentes, son inermes, pusilánimes o cómplices.)

No basta con pedir a los glotones que participaron en la comilona que paguen su parte del banquete al ministerio.

Tal parece, ni la lectora, ni el Corcho se dan cuenta del juicio moral de tal acto, independientemente del monto. Eso es lo que nos mantiene tan atrasados y sumidos en un ambiente de zozobra.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Azar o no Azar... mentir es la cuestión.

La mente socialista, obedeciendo a esa prima de qué ellos saben lo que más le conviene al resto, y por ello urge imponerlo por medio de una nueva ley, termina engendrando ideas demagógicas y populistas cargadas de aparentes soluciones instantáneas, que, en lugar de al menos concretar dicha oprobiosa intención, más bien terminan por apuntalar la idea de mantener al líder alto en las encuestas, y por lo tanto, permitirle moverse como pez en el agua, para cometer todo tipo de tropelías. No obstante, la fimosis cerebral de estas personas, no les permite visualizar que sus palabras, tarde o temprano, terminan rebotándoles en la cara y ante ello, se ven en la necesidad de salir con alguna parafernalia de última hora para justificar lo dicho anteriormente y las acciones actuales, que contradicen precisamente esas manifestaciones demagógicas y populistas iniciales.

Por fortuna para ellos, la gran mayoría del pueblo, no lee. La gran masa humana del Ecuador vive sumida en un nivel grave de ignorancia, lo cual impide al pueblo darse cuenta a tiempo de que su apoyo a estos mesiánicos líderes ha sido un gran error. Surge entonces una pregunta: ¿Y quién puede sacar al país del atolladero? No lo existe, pues la mente del pueblo sigue fijada en la idea de algún nuevo redentor. Y es en eso en lo que se basan las campañas electorales: en traernos al nuevo pastor de este pueblo.

Hace un tiempo, el líder de la revolución ciudadana y sus secuaces, en un arranque de puritanismo y de impuesta buena intención para el resto, ordenaron que ya no se puede ingerir alcohol los domingos, y que el resto de la semana, la gente, cual Cenicienta, solo pueden tomar hasta la media noche. Adujeron que la razón de tal decisión era disminuir la delincuencia y la violencia doméstica. Como medida adjunta, nuestro amado líder espetó que su Gobierno prepara una propuesta de reforma legal que busca declarar al país "libre de juegos de azar".

Una vez que el furor revolucionario se agotó en ese tema y los resultados de dicha medida no son lo que aseveraron las mentes lúcidas, el líder y su séquito de concubinas, buscaron un nuevo tema de furor instantáneo. Lo que no anticiparon es que ese nuevo tema contradice sus buenas intenciones de hace algún tiempo atrás. Ahora la causa, con la que pretenden ganar el apoyo de las turbas, es quitarle el monopolio de la lotería a la Junta de Beneficencia de Guayaquil, y permitir a otras municipalidades tener sus propias loterías, con las cuales, en teoría, podrían recaudar fondos para financiar obras y proyectos.

Independientemente de si yo estoy de acuerdo con dicha movida, el hecho aquí es que esta gente y sus acciones nunca tienen intenciones diáfanas y con miras a lograr grandes objetivos a largo plazo. Y para más inri del asunto, la nueva ley que atañe a las loterías municipales, simplemente contradice ese hipócrita pudor, y fomenta los juegos de azar. ¿Cómo creerle a un chiflado que es incapaz de ser coherente con sus posturas? Ahora vamos a tener una proliferación de loterías, bingos, rifas y toda una variedad de juegos de azar en el Ecuador. ¿A qué juegan este fulano y sus amaestrados esbirros?