jueves, 17 de diciembre de 2009

Democracia, la fuente del calentamiento global

Supongamos que yo afirmo lo siguiente: La mayoría de crímenes execrables han sido cometidos por personas de más de 1 metro 70 centímetros. Entonces, no podemos más que concluir que la estatura es un factor o elemento que juega un rol fundamental en el cometimiento de delitos.

Tal afirmación, ante los ojos de una persona sensata, resulta un absurdo completo. ¿Cierto?

Bueno, tal parece que la afable momia coctelera (Correa dixit) de José Valencia ha tenido una ocurrencia de similar corte. En su artículo, este señor se esfuerza en poner en la mente de las personas la idea de que contaminación y calentamiento global están asociados a conceptos tales como democracia, o al hecho de que un país tenga una institucionalidad férrea.

Valencia, como quien nada dice, de paso incorpora en su artículo un poco de su propia agenda ideológica, al afirmar que los países desarrollados tienen una obligación con los países pobres, cuando de contaminación se trata, y que por lo tanto, esa suerte de condición nos otorga un derecho innato a ser beneficiados por ellos de una u otra manera. El típico paternalismo socialista plasmado en este artículo. Tal parece, los países en vías de desarrollo no tenemos otra opción que convertirnos en pedigüeños o pordioseros; y justificamos tan mediocres actitudes con argumentos como los del editorialista de marras.

Debo, por lo tanto hacer algunos reparos a su editorial.

Primero. Valencia quiere hacer creer al lector que democracia o estado fuerte son sinónimos de mayor contaminación, o que al menos van de la mano de ésta. Esta es una falacia ad argumentum. China no es un país democrático, y sin embargo, junto con Estados Unidos, que se precia de ser uno de los más democráticos, son los mayores contribuyentes de CO2 en el planeta. Eso demuestra que nada tiene que ver la democracia, ni nada tiene que ver un estado fuerte, (léase con férrea institucionalidad) con la contaminación global.

Segundo. Es crasa y obvia la agenda ideológica detrás de las palabras del articulista. El paternalismo es un germen fecundo que crece en los corazones socialistas y revolucionarios. Los países en desarrollo debemos hacer muchas cosas por nosotros mismos, y no confiarnos ni esperar que los ”taitas” desarrollados nos regalen o nos den cosas por nuestra linda cara de pobres. Resulta torpe querer sentarse y esperar que los países desarrollados nos den haciendo las cosas, para que no suframos las supuestas consecuencias de la contaminación global.

Tercero, la idea de que el calentamiento global obedece a la acción del hombre ha quedado puesta en tela de duda. Los científicos que han venido sosteniendo la teoría antropogénica del calentamiento global han sido expuestos ante el mundo, como unos mentirosos, y ellos mismos lo han reconocido y han admitido que los estudios que han utilizado para sustentar sus ponencias, son falsos, pues los datos y resultados presentados por ellos -los científicos- han sido sistemáticamente maquillados, exagerados y manipulados. El calentamiento global es un fenómeno cíclico de normal ocurrencia en la existencia del planeta Tierra. No cabe duda de que, con la exagerada producción de CO2, los humanos han puesto su granito de arena a favor del mismo, pero de ahí, a endilgar apocalíptica y dantescamente a la humanidad esa contribución, dista mucho de ser una afirmación cierta y categórica. Sugiero al editorialista que se informe sobre el escándalo científico del siglo llamado “Climate-gate”.

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