Recopilación de cartas enviadas, unas tantas publicadas, otras ignoradas, y otras respondidas. Un resumen de lo malo, feo y perverso de un gobierno, y otras cosas de la vida.
jueves, 9 de diciembre de 2010
Laxitud Moral
Durante mi internado rotativo me tocó hacer una pasantía en la sala de emergencias del hospital Baca Ortiz. Aconteció que una de mis guardias coincidía con el 5 de Diciembre. Eran pues, épocas festivas y todo el mundo en Quito se encontraba invadido de ese espíritu. No pudiendo ser la excepción, el jefe del departamento de emergencias se había puesto a beber y celebrar con otros médicos tratantes en su despacho, mismo que estaba ubicado junto a las camitas de los niños tratados con problemas respiratorios. Ante mis ojos, tal espectáculo me pareció una cosa chusca y bastante “normal”. No fui capaz de pasar un juicio duro ante tal situación. Total, eran las vísperas de fiestas de Quito, y está “ok” que la gente celebre y se embrutezca con alcohol en esos días; el jefe del departamento de emergencias no podía ser la excepción.
La chupadera de los jefes se había extendido desde el medio día hasta las 6pm. A esas alturas los tratantes ya se encontraban bastante alcoholizados. No obstante, y en vista de que se les había acabado el licor, el jefe se percató que cerca de ellos andaba yo rondando. Me encargaron que les vaya a comprar más trago a la tienda de la esquina (que por cierto aún existe.) Bien mandado, fui a comprar el licor. Cuando regresé, fui convidado por el propio jefe a unirme a la parranda y me dijo que avise a algún otro de mis coleguitas si quería unirse a las “efemérides” en medio de la sala de emergencias. Para eso de las 11pm se había encendido tremenda farra en la parte de atrás de la sala de emergencias, el jefé del departamento de emergencias y sus acólitos tratantes estaban en la última borrachera, literalmente tirados en el piso de la oficina del primero. Los internos y residentes que nos habíamos sumado a la farra, estábamos pasándolo bomba, chupando, bailando con las coleguitas y enfermeras y hasta nos “escapamos” a comprar más trago y unos pollos Gus. A todos nos pareció de lo más normal hacer estas cosas. En mi cabeza estaba la idea de que se trataba de un pecadillo venial y nada más. No hubo juicio de valor por parte de nadie. A todos nos pareció ok. Los padres de familia que se encontraban en la sala de esperas podían apreciar el pachangón que se llevaba a cabo puertas adentro. Ningún familiar protestó, quizá porque a ellos también les pareció “ok” que en una fecha como esa, la gente se emborrache y celebre, o quizá porque eran gente humilde que no tiene a dónde más ir, y no les queda de otra, que aguantar estas situaciones. Talvez algún padre de familia si tuvo las intenciones de protestar, pero sus intenciones y enojo chocaron con la realidad de que no tenía a dónde o a quién virar sus ojos o presentar sus quejas; talvez sabía que era inútil quejarse, pues en nuestro medio todo este asunto era considerado “ok” y no reprochable desde el punto de vista moral, mucho menos legal.
Recuerdo que al día siguiente, en medio del chuchaqui, acudí a la plaza de toros, y me ufanaba y jactaba entre mis amigos de la tremenda hazaña del día anterior en medio de las debidas felicitaciones por parte de mis amigotes. Para mí tal asunto no merecía mayor juicio de valor. Recuerdo que como esa, hubo muchas otras más borracheras en otras noches de guardia, en las cuales tomé parte o fui testigo.
Ahora con los años, y dado que vivo y trabajo en un país donde estas manifestaciones no solo que son objeto de juicios de valor durísimos, sino que son causales de juicios penales y civiles millonarios y de castigos ejemplares y dolorosos, recapitulo mis vivencias pasadas y me doy cuenta de cuan descompuestos moralmente nos encontramos los ecuatorianos. Para los ojos, no de uno solo, sino de muchos, lo sucedido no mereció ningún reproche, peor aún sanción o castigo. Nuestra moral es tan elástica. Lo consuetudinario de tales actos ha llevado a que las personas se desensibilicen y su juicio sea más benigno.
Así como en el caso de mi vivencia, así mismo vemos, por ejemplo, como nos parece “ok” que el presidente de la asamblea use el avión presidencial (propiedad del estado y del pueblo) para sus fines personales y encima se vaya llevando consigo a su esposita y a su nietecito. Vemos como un fiscal de la nación utiliza el auto asignado para la fiscalía y los fiscales de tránsito, para transportar a su esposa de la casa al trabajo y para otros quehaceres domésticos (favor referirse al contrato de comodato en donde se explica para qué usos estaba destinado el automóvil en el que viajaba su esposa.) Vemos como otros ministros y diputados hacen lo mismo con los bienes del estado asignados a ellos para uso oficial. Vemos como un presidente viola su propia constitución cuando le da la gana y no hay quien le diga nada. Vemos como un peatón tiene que detenerse al cruzar la calle, aún cuando se encuentra en la línea cebra, para ceder el paso a los automotores, y estos se enojan y le botan el carro a dicha persona, en amago de intimidación.
Los ejemplos abundan. Se dan en muchas formas, no solo en lo político. Por eso digo, lo nuestro es un problema atávico, y su solución radica en cambiar la educación, en mejorarla, en abundar en los valores, y al mismo tiempo, empezar a hacer que la ley se cumpla comenzando con el ejemplo. Por eso creo que antes de ponernos a arreglar las paredes de los pisos superiores de un edificio que se tambalea, debemos enfocarnos en apuntalar bien los cimientos del mismo. La constitución y las leyes son el equivalente de eso. Son unos parches que no sirven para nada, si la mentalidad de la gente no cambia. Y créanme, no se requiere de ciencia espacial para ello, ni los ecuatorianos somos brutos para no poder hacer tal cosa. La prueba de ello está en el hecho de que cuando salimos a otros países, nos “componemos” y aprendemos a respetar la ley y a los demás de manera adecuada. Yo por ejemplo, sería incapaz de ponerme a chupar con mis colegas en un día festivo dentro de un hospital, independientemente de si estoy o no de guardia. Yo como paciente, le metería un juicio al hospital y a los médicos chumados para que se acuerden el resto de sus vidas de la estupidez cometida. Y todo esto, porque sé que la ley me ampara y porque tengo la certeza de que tengo a dónde acudir, a quien virar mis ojos cuando lo necesito. Y para rematar, el sistema acá obligaría a que esos médicos y el hospital me reconozcan el agravio con alguna forma de resarcimiento que usualmente es monetaria. Eso es lo que se llama institucionalidad e imperio de la ley. Eso es lo que no existe en absoluto en Ecuador.
miércoles, 8 de diciembre de 2010
Chisme o Noticia
Segundo, lo que Assange publica no está motivado por el mejor interés hacia un periodismo de verdad ni por querer hacer uso de su derecho a la libertad de opinión ni de información. La motivación de este señor es simple revanchismo y odio hacia un país. ¿El fin justifica los medios? ¿Es lícito y ético publicar información privada por el afán de revelar lo truculento que ocurre tras bambalinas? ¿Justifica el hurto de información el derecho a la información que tienen las personas? WikLeaks no es periodismo, es simple y burdo chisme.
Si no es así y si el Gobierno y sus simpatizantes sí creen que es buen periodismo, entonces, por ejemplo, el señor Balda y sus grabaciones deberían ser lícitas. ¿Cierto?
jueves, 28 de octubre de 2010
¿Y los de los derechos humanos quierde?
Pero cuando el violador de los derechos o quien auspicia tal hecho es uno de sus líderes, y es de izquierda, (o dícese serlo) estos pusilánimes seres brillan por su ausencia. Tienen miedo a perder los favores del reyezuelo, el mismo que los tiene bien gorditos atendiendo selectivamente los casos de violaciones de derechos humans en sus oficinas y dependencias de la presidencia.
A éste pobre chapa no hay quien lo salve de la iracunda arremetida de ese acomplejado, prepotente y amargado presidente.
¿Dónde están todos esos imbéciles de los derechos humanos en el caso del chapa César Carrión?
El Presidente ya lo enjuició y condenó. Inlfuyó en los jueces y dictaminó su culpabilidad y hasta la pena a ser cumplida. Contradecir al president ante medios de comunicación internacional es un delito en éstos días.
Ecuador un sitio invivible
lunes, 18 de octubre de 2010
Contrastes que duelen
domingo, 19 de septiembre de 2010
Cinismo y putrefacción moral
El escándalo de PETROECUADOR es una prueba más, de la irrefutable noción de que en el Ecuador, la mentalidad colectiva e individual están descompuestos, y que esa, es la tierra de las mamás de Tarzán.
Siguiendo la idea del párrafo inicial, un grupo de gente dobló la ley y sacó beneficio de ésta. Tal parece, de todos los empleados que han sido despedidos, un gran número, ni siquiera tenían idea de que estaban inmersos en un acto de corrupción o de que habían sido incluídos en el paquete de accionistas de una empresa ilegítimamente constituída.
Tendrán que investigar las autoridades. (¿cuáles?)
Lo irónico del caso es que la Secretaría de Transparencia, haciendo gala de algo nunca antes visto: transparencia, se hizo eco de la denuncia que nos ocupa y como medida inicial, gestó el despido de unos 500 empleados de PETROECUADOR.
Es irónico, porque una de las razones por las que se sustenta el despido de estos empleados y la acción legal correspondiente, es que la conformación de esa empresa se dio en medio de una declaratoria de "emergencia" por parte de un gobierno anterior y por lo tanto, se le asignó a "dedo" y sin licitación de por medio el jugoso negocito por el cual se ha iniciado la investigación por corrupción. Los puritanos del gobierno ahora dicen que no habían causales para la tal declaratoria de emergencia.
Solo en Ecuador, podemos ver como el burro critica las orejas del conejo, y el sapo habla de bocas al cocodrilo.
Algunos empleados de PETROECUADOR, por lo visto, hacían de juez y parte en estos negocitos. Los puritanos del gobierno aseveran que eso no puede ocurrir con empleados públicos.
Lo extraño de todo esto es que el gobierno de las manos limpias, mentes lúcidas y corazones ardientes, a través de su líder máximo se la han pasado por más de 3 años, declarando emergencias a diestra y siniestra y por lo tanto, asignando a dedo los contratos a un sinfín de empresas para la ejecución de obras y proyectos. Y para más inri del asunto, muchos de esos revolucionarios del gobierno, tienen participación directa en dichas empresas. Y si no me creen, pregúntenle a los hermanos Alvarado.
En un arranque de moralismo, el gobierno acusa y condena a otros de y por lo mismo que ha venido haciendo en estos tres años los robolucionarios del siglo XXI.
El cinismo e impunidad son manifestaciones propias de los malandros cuando encuentran que otros les están haciendo la competencia.
¿Será posible que en esta vida la Secretaría de Transparencia, con similar acuciosidad y premura, analice igualmente, si las declaratorias de emergencia de este gobierno ameritaban tal acción; y será que investiga los conflictos de intereses de los honorabilísimos miembros del gobierno que tienen participación en las empresas asignadas "dedocráticamente" para cumplir con las patrióticas tareas a ellas asignadas?
viernes, 17 de septiembre de 2010
No es el monto, es el acto
La disgustada lectora nos da a entender que los medios de comunicación no deberían estar haciendo tanto revuelo por una nimiedad, como unos pinches 2.000 dólares y que más bien deberían enfocarse en los latrocinios de mayor envergadura, por lo que ha decidido llamarlos "pusilánimes".
Leo así mismo, que el ilustrísimo presidente de la logia de levantamanos ha dicho que en el peor de los casos, si, en efecto, esos 2 mil dólares -que le pertenecen al pueblo- han sido mal utilizados, que los comensales de dicho ágape, hagan baca para resarcir al ministerio los dineros aflojados.
En ambos casos, -el de la lectora y el del Presidente de la Asamblea- se puede uno dar cuenta de la incapacidad de ambos para apreciar la inmoralidad; de la descomposición moral que afecta al país... de esa laxitud moral y permisivismo que han sumido a nuestro pueblo en profundo grado de incivilización.
Entiendan, no se trata del monto, se trata del acto. En otros lugares del mundo, donde se respeta la ley y existen valores morales, lo que en Ecuador se ha hecho, se considera corrupción y dilapidación de fondos públicos, y quienes auspiciaron y participaron de tal hecho, solitos hubiesen renunciado ante la vergüenza del caso o en su defecto, hubiesen sido puestos de patitas en la calle por la justicia o las autoridades competentes (que en nuestro caso no existen, están ausentes, son inermes, pusilánimes o cómplices.)
No basta con pedir a los glotones que participaron en la comilona que paguen su parte del banquete al ministerio.
Tal parece, ni la lectora, ni el Corcho se dan cuenta del juicio moral de tal acto, independientemente del monto. Eso es lo que nos mantiene tan atrasados y sumidos en un ambiente de zozobra.
sábado, 4 de septiembre de 2010
Azar o no Azar... mentir es la cuestión.
Por fortuna para ellos, la gran mayoría del pueblo, no lee. La gran masa humana del Ecuador vive sumida en un nivel grave de ignorancia, lo cual impide al pueblo darse cuenta a tiempo de que su apoyo a estos mesiánicos líderes ha sido un gran error. Surge entonces una pregunta: ¿Y quién puede sacar al país del atolladero? No lo existe, pues la mente del pueblo sigue fijada en la idea de algún nuevo redentor. Y es en eso en lo que se basan las campañas electorales: en traernos al nuevo pastor de este pueblo.
Hace un tiempo, el líder de la revolución ciudadana y sus secuaces, en un arranque de puritanismo y de impuesta buena intención para el resto, ordenaron que ya no se puede ingerir alcohol los domingos, y que el resto de la semana, la gente, cual Cenicienta, solo pueden tomar hasta la media noche. Adujeron que la razón de tal decisión era disminuir la delincuencia y la violencia doméstica. Como medida adjunta, nuestro amado líder espetó que su Gobierno prepara una propuesta de reforma legal que busca declarar al país "libre de juegos de azar".
Una vez que el furor revolucionario se agotó en ese tema y los resultados de dicha medida no son lo que aseveraron las mentes lúcidas, el líder y su séquito de concubinas, buscaron un nuevo tema de furor instantáneo. Lo que no anticiparon es que ese nuevo tema contradice sus buenas intenciones de hace algún tiempo atrás. Ahora la causa, con la que pretenden ganar el apoyo de las turbas, es quitarle el monopolio de la lotería a la Junta de Beneficencia de Guayaquil, y permitir a otras municipalidades tener sus propias loterías, con las cuales, en teoría, podrían recaudar fondos para financiar obras y proyectos.
Independientemente de si yo estoy de acuerdo con dicha movida, el hecho aquí es que esta gente y sus acciones nunca tienen intenciones diáfanas y con miras a lograr grandes objetivos a largo plazo. Y para más inri del asunto, la nueva ley que atañe a las loterías municipales, simplemente contradice ese hipócrita pudor, y fomenta los juegos de azar. ¿Cómo creerle a un chiflado que es incapaz de ser coherente con sus posturas? Ahora vamos a tener una proliferación de loterías, bingos, rifas y toda una variedad de juegos de azar en el Ecuador. ¿A qué juegan este fulano y sus amaestrados esbirros?
jueves, 22 de julio de 2010
Relatos del Relator
sábado, 10 de julio de 2010
Caldito Instantáneo
Jalkh el hombre del consomé instantáneo de estadística nos cuenta ahora que su sabia imposición (que pisotea el libre albedrío de las personas) ha rendido sus frutos de manera precoz. Las comadres y vecinos de aquellas familias escandalosas y violentas ya le han ido a contar al ministro cual verdad absoluta, que la violencia intrafamiliar ha disminuido desde que el trago se vende en días hábiles y se lo consume en horarios diferidos. Seguramente oficiosos agentes de la robo-lución, asalariados con dineros del erario público, se apostaron en los plenamente identificados hogares disfuncionales a los que el maldito trago ha carcomido y destruido. Realmente que el espíritu revolucionario exalta otras virtudes inhumanas como la sandez. ¿En base a qué estudios o estadísticas es que sustenta lo aseverado el ministro Jalkh?
jueves, 17 de junio de 2010
Progresos en estupidez
Talvez, si la gente tuviese la posibilidad de conseguir trabajo y talvez si la gente tuviese la suerte de ser mejor educada, (cosas que no ocurren en Ecuador) la gente bebería con mayor moderación o con mayor responsabilidad. Eso no lo ven estos iluminados. (Me pregunto de dónde habrán sacado las referencias estadísticas en las que sustentan sus aseveraciones)
sábado, 12 de junio de 2010
Los Derechos Humanos
Otro ejemplo de la selectividad en materia de DDHH que tienen estos neoculteretas progres del socialismo del siglo XXI es su absoluta inexistencia en casos flagrantes de violaciones de los DDHH como los flagelos, torturas y zarzas humanas que ocurren a manos de los indios y de otras comunidades no indígenas. ¡Ni pio! Existen videos, se ven a los promotores, a los secuaces, a los cómplices prendiendo fuego a un supuesto delincuente, azotando a un supuesto asesino, y no hay una sola denuncia, ni una sola investigación sobre el caso, ni se encarcela a esas personas que se encuentran propiciando castigos y torturas a pesar de las evidencias. Para más inri del asunto, son estos mismos filosofastros de los DDHH quienes están detrás de las oscuras, incongruentes, confusas, contradictorias pero altamente noveleras leyes del mamotreto aquel de Montecristi, que aúpan a la indiada y al populacho a hacer lo que hacen. Irónicamente, gracias a estos “buenos oficios” y otros de similar laya, es que la inseguridad en el país se ha acrecentado en gran parte, pues con sus novelerías, han contribuido a favorecer a los delincuentes. Esos neoculteretas se duelen más del ladrón, del violador, del asesino, que de las víctimas, y por eso, se las arreglaron para insertar leyes que busquen el beneficio de esas lacras de la sociedad. Paradójicamente, la indiada y el populacho encuentran en esas leyes el sustento legal para sus actos barbáricos. Sin embargo, la razón que motiva al pueblo a “hacer justicia” por sus propias manos es la absoluta desconfianza en nuestras leyes y en el degenerado sistema judicial.
En Ecuador no hay ni Dios ni ley, y el gobierno actual es el principal promotor de tal situación, tanto por sus crasas violaciones a la propia constitución que ellos se mandaron a confeccionar, (destruyendo cualquier resquicio de institucionalidad) como por ser los culpables de que el desempleo y pobreza sigan en aumento, al crear un ambiente de zozobra, inseguro y poco confiable para quien quiera emprender en negocios en el Ecuador. El gobierno ha ahuyentado a los inversionistas extranjeros, ha obligado a salir a otros países a los empresarios locales y se la pasa peleando e insultando a nuestros principales socios comerciales, solo por cumplir con sus postulados ideológicos. Un aplauso para todas estas gentes.
domingo, 30 de mayo de 2010
Como no hubieron ni sangre, ni semen...
Aunque el tal "Care-Gallo" parece ser un mero ladronzuelo, el hecho de que salió en libertad 3 veces en 3 días luego de haber cometido sendos hurtos, (el pobrecillo no ha robado nada, solo ha hurtado) deja entrever que las acciones iniciadas por los "dolientes del cadalzo" (léase defensores de los derechos humanos) es una obra de encomio para los anales de la mas sublime estupidez humana.
Una ovación de pie para esas buenas intenciones y sus esforzados comuneros.
Y eso que ya me cansé de hablar de los indios y su famoso ancestral derecho consuetudinario, amasado y acuñado antes de ayer, el mismo que debe ser respetado so pena de incurrir en etnocidios, protegido por esa ambigua, difusa y confusa majadería que los levantamanos bucólicamente llamaron "constitución". Otro aplauso por esos “logros y avances” en materia constitucional y las interpretaciones que de ella hacen los hipotiroideos leguleyos. Abracémonos como hermanos alrededor de una fogata bailable, animada y asistida por las chamizas de algún verdugo inmolado en las llamas, previamente puesto en remojo y ablandador de carne con la sazón de la ortiga.
viernes, 7 de mayo de 2010
Dispepsia: Solo pasa en Ecuador.
El amable y afable editorialista se lamenta porque a Ecuador no ha llegado un fiscal figureti como el tal Baltazar Garzón, para que, con su encomiable sapiencia, intervenga en casos de supuestas violaciones a los derechos humanos. Quejica, pero desafortunada y lamentablemente de manera cierta-+ y justa expresa que los derechos humanos de un iluminado terrorista deben ser resarcidos, (aún post mortem) y que los sospechosos usuales tienen que ser investigados y castigados. El articulista equipara la celebridad del desaparecido poeta criminal con la de García Lorca o Antonio Machado. El antisocial del cuento, tiene derechos, pese a que éste, probablemente nunca, por las actividades a las que estaba vinculado, hizo o hubiese hecho un alto para considerar los derechos de sus víctimas.
Así son estos gentiles jesucristos de escritorio, los famosos "intelectuales progres" de esta robo-lución. Viven doliéndose por el prójimo y por eso proponen, cómodamente desde sus púlpitos y con las mejores intenciones, soluciones que involucran acciones impositivas por parte de una entelequia torpe e ineficiente llamada Estado, mientras sus cuerpitos se acomodan en mullidos sillones y adornan sus existencias con los objetos y gustos mas burgueses que el dinero pueda comprar.
Las horas terribles que tienen que pasar los presos en el Ecuador, han conmovido los corazones de estos pseudo paladines de la justicia humana. Se lamentan, por ejemplo, que una persona sea privada de su libertad por un banal delito menor, como portar o traficar unos dos o tres kilitos de cocaína.
Les duele que una persona pase tanto tiempo refundida en las mazmorras por un pecadillo benial como lo es el hurto. Es más, logran articular, a través de descerebrados, obedientes, obsecuentes y simplones emisarios, (léase asambleístas levantamanos) gestiones que persiguen exaltar diferencias mas allá de las semánticas entre el vocablo hurto y la palabra robo. Es así que lograron establecer legalmente la diferencia de estas dos palabras por medio de los eventos envueltos en su consecución. Exagerando un poquitín, se podría concluir que han llegado a sublimizar la estupidez humana, pues por poco y más, logran establecer que en caso de haber sangre y semen de por medio, el delito de expropiar los bienes y objetos en contra de la voluntad expresa del individuo que los posee, será considerado robo, de lo contrario, un mero hurto, que no merece ni siquiera la atención de un juez, sino de un comisario. Sus ojos han visto tanta injusticia envuelta en aquellos casos de encarcelamiento y condenas por nimiedades como el narcotráfico o el robo, que se han sentido en la obligación de atenderlos como se debe... cárceles de lujo, con ventanas con vista al mar, rebaja o suspensión de condenas, indultos, cual bovino en la plaza de toros, por ejemplo, a pederastas convictos, que, por haber sido afortunadamente ecológicamente concientes, les hace merecedores de tales premios.
Sus nobles propósitos -los de la mentes lúcidas- se han visto plasmados en esa ley que diferencia el hurto del robo basándose en el valor del monto sustraído y en el grado de violencia impreso en tal acción.
Las condiciones de los convictos los conmueven hasta el tuétano, que sus preocupaciones logran gestas heroicas como la rebaja de penas y la famosa ley del 2 x1.
Irónicamente, son los mismos y las mismas, hombres y mujeres, revolucionarios y revolucionarias los y las que se encargan de engendrar otras linduras que contradicen sus nobles propósitos justicieros y de ecuanimidad y homogeneidad socialista.
Un padre de familia es arrestado en su puesto de trabajo. No entiende de qué se le acusa, pues es un individuo trabajador y responsable que se preocupa por su esposa e hijos. El sujeto se las arreglaba para proveer para su familia.(*) Un abuelo es arrestado en su domicilio. Su crimen: haber tenido hijos y nietos.
¿De qué se les puede estar acusando a estas dos personas, para que se merezcan la privación de su libertad?
Simple: tienen que pagar por los yerros de otros, que por mala fortuna tienen vínculos de afinidad consanguínea.
Gracias a los buenos oficios de estos agenciosos filosofastros de cafetín y otras lacras y noxas ilustradas de los supuestos derechos humanos, la legislación ecuatoriana, de la mano de la revolución ciudadana, ahora contempla la prisión para terceros, (la culposidad imputable a otros por el grado de consanguinidad) que por motivos de vínculos de parentesco, deben pagar a manera de castigo, por las irresponsabilidades de individuos que no han cumplido con sus deudas en los juicios que se les han entablado por alimentos.
Pues sí, ahora cualquier cachonda persona puede engendrar hijos de la manera más irresponsable y no preocuparse por las consecuencias que aquello pueda acarrear. Un sujeto deja hijos regados por todas partes, y el tan "humanitario" Estado, con el poder otorgado por esas iluminadas mentes, va tras los parientes más cercanos para que éstos respondan por las deudas del semental ausente.
Estos semovientes de Carondelet, criaturas piadosas, se duelen por esos pobres hijos e hijues, que no tienen padre que de la cara por ellos, y por eso, la emprenden en contra de cualquier otro pariente cercano para que responda por esos niños abandonados. Pero así como se duelen por los niños, así mismo abogan por la muerte de ellos, pues muchos de estos filosofastros están a favor del aborto, maniqueamente lograron dejar la puerta abierta para tal atrocidad inhumna en la sábana que se redactó en Montecristi, porque simplemente se duelen por aquellas mujeres que no pueden decidir sobre sus cuerpecitos. Defienden a los niños y al mismo tiempo fomentan su destrucción. No cabe duda, vivimos en una decadencia moral horrible.
Resulta entonces, ridículo, pueril y hasta burdo ver que alguno de estos biempensantes esté derramando lágrimas de cocodrilo por un poeta de poca monta cuya existencia terminó de la misma manera como posiblemente pretendió tratar y ultimar a sus víctimas.
Si. Es cierto. Necesitamos de un Baltazar Garzón que venga al Ecuador y empiece por encausar a estos inútiles voceros de los derechos humanos, que lo único que saben hacer es hartarse con los platos de lenteja y mendrugos de pan, que desde Carondelet, el mandamás les arroja, mientras raudos agilitan sus buenos oficios, los mismos que resultan a la postre ser tan dañinos, ofensivos y denigrantes como los crímenes y criminales que dicen perseguir.
Que venga el Garzón y les pregunte: ¿Qué carajos hacen y qué acciones emprenden cuando, por ejemplo, ven en la televisión como un individuo es convertido en antorcha humana por parte de una enardecida turba? ¿Acaso inician investigaciones y proponen sanciones para quienes, plenamente identificados por las cámaras, participaron de dichos linchamientos y asesinatos? ¿Acaso los persiguen de igual manera como persiguen a un presidente de derecha al que acusan de haber sido el promotor de otros abusos y crímenes de lesa humanidad? ¿Por qué las Elsies Monjes y otros despistados de los derechos humanos no se hacen presentes en estos actos de violación de derechos humanos, y solo se dejan ver cuando el asunto tiene marcadas cargas ideológicas? ¿Por qué los defensores de los derechos humanos son gente de inclinación izquierdista? Si no, que alguien me explique: ¿Por qué Baltazar Garzón no ha emprendido acciones de similar laya a las que inició en contra de Pinochet, en contra del octogenario dictador y asesino de Fidel Castro?
Por eso y por mucho más, he terminado por convencerme de que el socialismo por antonomasia es malo y perverso. No se puede perseguir el bienestar colectivo, a través de imposiciones y coartaciones. Nadie tiene el derecho a imponer a otros, por los mecanismos que fuere, su mejor opinión sobre las cosas, aún cuando se piense que la opinión propia es la más acertada, la más sensata de todas y cargada de las mejores intenciones. El camio al infierno está pavimentado de buenas intenciones, nos lo contaba Dante Alighieri. Nadie puede matarle la vaca a otros, yéndose por encima de la autonomía y libre albedrío de éstos, simplemente porque se cree que los beneficios de sus acciones –matarles la vaca- les va a mejorar la vida. Nadie puede imponerme su criterio de qué es lo que más me conviene, y peor aún sustentar esta actitud en la idea de que se la quiere llevar a cabo, porque quien la eructa dícese saber mas y mejor que el resto.
El socialismo es malo y deletéreo. La corrupción es contagiosa y dañina. La falta de institucionalidad cataliza los procesos de corrupción acompañados de desparpajo y cinismo. Todos estos factores juntos, mas las presencia de las manitos limpias, los corazonsitos ardientes y las mentesitas lúcidas, hacen la receta perfecta para conducir al Ecuador a un destino inevitablemente funesto y siniestro.
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(*) Actualización: Hice mención del abuelo arrestado por juicio de alimentos, como un posible hipotético ejemplo. Hoy me entero que mi hipotético ejemplo si ha sido un caso real. Esta revolución y su estupidez se proyectan mas allá de cualquier onirismo surrealista que uno pueda imaginar.
domingo, 2 de mayo de 2010
A Dark Night... escuchar y meditar
A dark gloomy night
only bullets whistle in the steppe
only the wind roars in the wires
the stars dimly shine
In the dark gloomy night
you my beloved I know do not sleep
and at the childs cribb out of sight
you wipe a tear
How I love
the depth of you sweet eyes
how I want
to press against them now with my lips
The dark gloomy night
separates us my beloved
and the cold dark steppe
has lain between us
Death doesn't freighten me
I've met her not once in the steppe
and here now
it is circling above me
You are awaiting me
and at the cribb do not sleep
and so I know
nothing will happen to me.
(Letra original en ruso)
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The Cranes
It seems to me sometimes that all the soldiers,
Who never came from battles of the war,
Were not just only laid into the dirt, but
Were turned into the cranes, as white as snow.
So they are flying ever since those ages.
They call for us and maybe that is why
Their voices are so full of burning sadness,
And we keep silence looking into sky.
2
The flock of cranes is flying slow and sadly
Through colors of a sundown. I can see
That there is a small gap between them, maybe
It is a spot that's meant, my friend, for me.
There will be day and I will fly right there,
There will be day and may be it is close.
And from the skies above I will be sending
My voice for those I loved and left on earth
(Letra original en Ruso)
jueves, 8 de abril de 2010
Abandono
No ha sido por falta de ganas de escribir, sino mas bien, por no saber qué mismo escribir ante la abrumadora persistencia de situaciones desagradables, deplorables, funestas y reprochables, que ocurren a diario en nuestro país.
He abandonado este lugar porque he terminado por convencerme de que en el Ecuador, las cosas y las situaciones distan muchísimo de un verdadero cambio.
Finalmente llegué al punto del despecho.
He preferido asumir los hechos de la vida de ese país de una manera tangencial y hasta deportiva. He optado por no dejar que mi vida se siga afectando con tanta asquerosidad y cinismo que ocurren por allá. He descubierto que mis días son mas amenos y llevaderos cuando dejo de lado mi obsesión por la política, porque creía que algo bueno se hubiese podido conseguir para todos de manera sincera y honesta. La honestidad y la transparencia se estrellan con la realidad del Ecuador.
He descubierto que hay mejores causas por las que luchar y derramar lágrimas; y al mismo tiempo he aprendido que existen causas perdidas, que solo merecen mi lástima y compasión.
He optado por ver al Ecuador como una republiqueta plagada de males y taras ancestrales, mismas que no podrán ser erradicadas, mientras la gente no caiga en la cuenta de que lo que se debe cambiar primero, es la mentalidad aquella que nos hace tan "ecuatorianos".
He decidido aventurarme a mejores y mas reconfortantes empresas. Gracias a ello, he encontrado un poco de paz y sosiego conmigo mismo.
Seguiré comentando de cuando en cuando sobre las macro estupideces de este gobierno socialista del siglo XXI, que siendo fruto de esa descomposición moral de esta sociedad llamada ecuatoriana, no es más que la punta del iceberg y que simplemente se ha convertido en la cara visible y en el abanderado de tal putrefacción.
Estar lejos me ha ayudado a curarme por lo sano de esa mediocridad, de ese permisivismo y laxitud morales que acongojan y agobian a los ecuatorianos. Uno no se hace mas inteligente por el hecho de haber salido, estudiado o vivido en el extranjero, pero si existe la posibilidad de que, a través de haber aprendido del ejemplo de otros, se vuelva una persona mas respetuosa y temerosa de la ley, y por lo tanto un ser humano un poquito mejor que lo que se hubiese podido ser si se hubiese tenido que continuar coexistiendo y tratando de mantenerse a flote en medio de un hediondo, profundo y espeso fango. Me he convencido de que uno si se puede sacudir ese fango, pero para ello se requiere salir de aquel medio en donde todo es pantanoso y sucio, o en su defecto, cambiar ese lugar, y convertirlo en un sitio limpio y libre de lodo.
Siempre anhelo poder volver a mi país, pero encuentro a esa opción muy lejana, pues no veo el día en que los ecuatorianos empiecen a respetarse los unos a los otros a través de acciones claras como la obediencia a la ley, el cumplimiento de ésta, la puesta en acción de la misma, sin miramientos ni preferencias. No veo el día en que pueda vivir en Ecuador y tener la certeza de poder virar mis ojos y lamentos a alguien o a alguna institución y saber que mis derechos serán respetados y en caso de éstos haber sido agraviados, confiar en que serán reivindicados. No veo el día en que si un gobierno hace uso del dinero y bienes PUBLICOS, haya alguien que le pida cuentas, y que además, por temor a la ley, los que transitoriamente están en el puesto de gobierno, rindan cuentas, en lugar de limpiarse el orto con los reclamos de cualquiera que los cuestiona.
He aprendido a disfrutar de lo que tengo, sin aspirar a imposibles. Por lo tanto, hoy hago una especie de catarsis, para poder sentirme mas ligero y mirar la vida con mas optimismo, aunque no sea en el Ecuador.
jueves, 11 de febrero de 2010
Tierra de Nadie
En Ecuador, el empleado público se lleva para su casa unos cuantos bolígrafos, algo de papel, una engrampadora y una que otra chuchería que le sirvan para, por ejemplo, ahorrarse unos centavitos en los materiales que necesitan sus hijos para la escuela. Es normal que la gente haga esto. No hacerlo, es sinónimo de estupidez.
El estado provee de bienes y servicios a sus empleados, para que éstos den un uso adecuado a dichos bienes y servicios. El estado no otorga dichos bienes y servicios, para que el empleado disponga de ellos de manera discrecional. El empleado justifica sus acciones en la idea generalizada de que “todos los demás también lo hacen y lo han hecho”, o que “esto es Ecuador, y las cosas son así, es normal que ocurran así.” Algunos mas avezados, ante el reclamo, se limitan a contestar "porque me da la gana y porque tengo el poder"... o transmiten un mensaje similar a eso.
Que la esposa del Fiscal de la Nación sea transportada en, (o quién sabe, que incluso conduzca) automóviles de propiedad de la policía nacional, a pesar de haber sido otorgados por esta institución para facilitar las labores de la FISCALIA y sus FISCALES en la investigación de accidentes de tránsito (¡irónico!)y no solo de exclusivo uso de Ministro Fiscal, (¡clarito dice el contrato de comodato!) es algo que no mosquea a nadie, a menos que acaezcan eventos como el infausto accidente en donde una persona perdió la vida y por desgracia fue arrollada por uno de estos automotores.
Nadie se cuestiona cuando, por ahí, pasa una caravana de autos oficiales, si quién va abordo es la persona a la que le asignaron dichos automotores y séquito, o si, a pesar de ser el ocupante de dicho auto la persona indicada, esté utilizando dicho automotor para fines relacionados con sus funciones, o para otros asuntos de índole personal. Es normal que eso ocurra en Ecuador.
El ciudadano común es asaltado en plena luz del día. Agradece que, en medio de dicha desventura, no haya perdido la vida. Teme acudir a la policía y a los tribunales a denunciar el hecho delictivo. Miedo a posibles retaliaciones por parte de los malandros, miedo a la incompetencia, inoperancia y corrupción de los agentes policiales y judiciales, miedo a lo agobiante, tedioso y poco fructífero que usualmente resulta embarcarse en una empresa de este tipo. Esto es Ecuador, y las cosas son así. Es normal que a uno lo asalten al salir del banco. Gajes del oficio de ser ciudadano.
En Ecuador, muchas cosas que en otros sitios son consideradas despreciables, ilegales, inmorales, anti éticas, son vistas con ojos benevolentes, con aceptación y hasta sumisión. La laxitud moral poco a poco se va instalando en la sociedad. El permisivismo de la gente, está a la orden del día. Las personas ya no generan juicios de valor a un sinnúmero de actos que otrora y en otros sitios, fueron y son condenados por la sociedad y castigados por la ley, por el simple hecho de ser actitudes y situaciones asumidas por todos, como parte de lo cotidianidad.
El peatón pretende cruzar la calle y llegar a la otra acera. Lo hace por la línea cebra. Pese a ello, los conductores jamás se detienen y ceden ante el peatón. En Ecuador, se ha asumido de manera natural y sin cuestionamientos, la idea de que el peatón debe detenerse y ceder ante la presencia de un automotor. Una nimiedad, una cosa, aparentemente intrascendente dirán algunos. En otros países, la gente cruza por las calles, y los conductores se detienen y esperan a que el peatón termine de pasar. En Ecuador, el chofer baja su vidrio, increpa, insulta y ofende al peatón para que se apure, o para que abra bien los ojos y vea que por ahí está viniendo “su majestad” detrás del volante.
En Ecuador, el chofer de un bus de transporte urbano, se detiene donde le da la gana, no respeta las paradas, recoge pasajeros donde quiera que estos estén apostados, independientemente de si éstos se encuentran ubicados en una parada oficial o no. El chofer, por ganar unos pírricos cuantos dólares mas, compite, (irrespetando normas de tránsito y poniendo en peligro vidas humanas) con otras unidades, por esos pasajeros desordenadamente dispuestos en las calles. Los pasajeros se sientan en el autobús, se acomodan a estos arrebatos y actitudes, y este comportamiento les parece normal. Ellos mismos –los pasajeros- detienen al bus en cualquier sitio de la calle, para subirse o bajarse, sin importarles si están en una parada o no. Ellos mismos permiten que el chofer conduzca de forma temeraria y que los obligue a bajarse “al vuelo”. Nadie reclama por estos atropellos e irrespetos. Nadie hace nada por corregirlos. Nadie tiene la autoridad suficiente para impedirlos, prevenirlos, o castigarlos. Alguien propone multas fuertes, y los choferes amenazan con paralizar la ciudad. Es normal en Ecuador que esto suceda. Nadie les pone en su sitio a los choferes, ni nadie obliga a los usuarios a educarse en una idea de orden. Es normal en Ecuador.
Un presidente se manda a confeccionar una constitución a su gusto y medidas. Declara que de hoy en adelante, ese mamotreto será el reglamento oficial en el cual están plasmadas las reglas del juego. Luego aparece en la cancha el mismo presidente, y ni bien han salido del horno dichas reglas, las viola impunemente o permite que las sodomicen sus subalternos y esbirros. Con una sonrisa, dice que él es la ley y que él es quien la interpreta. Lo mismo dicen sus áulicos, quienes se sienten envalentonados por la perversa complicidad de su jefe.
Un ministro es sorprendido en actos reñidos con la ley y la moral. ¿Qué hace? Desafía a sus detractores y acusadores. Trata de denigrarlos o de descalificarlos y finalmente se declara “perseguido político” o víctima de una conspiración proveniente de ultramar.
Otro ministro es vinculado con grupos narcoterroristas, con cinismo y desparpajo, primero lo niega, para luego, ante al abundancia de evidencias de lo contrario, decir que lo hacía simplemente por interés humanitario. La gente se traga el cuento. Es normal en Ecuador.
Un hermano del presidente es detectado como beneficiario directo o indirecto de millonarios contratos con el estado. El sujeto arma un circo, se dizque pelea con su hermano presidente, acusa al círculo rosado que rodea al presidente de orquestar una persecución. La prensa se enfoca mas en lo sórdido del asunto, en la pelea de cocineras, y deja de lado todo lo que inició el escándalo: la sospecha de corrupción. Poco después, aquí no ha pasado nada. Es normal en Ecuador.
El gobierno hace uso del dinero del estado (dinero de todos y de nadie) para multiplicar geométricamente la cuota burocrática. Crea ministerios que con bombos y maracas inaugura, para luego, sin pena ni gloria desarticularlos. Se inventa puestos burocráticos a diestra y siniestra. Gasta millones de dólares en propaganda falaz, en la que pregona con repugnante pompa sus grandiosos logros, pese a que la realidad contradice lo dicho y el pueblo cada vez, se ve sumido más y más en la pobreza, desempleo, inseguridad, carencia se servicios básicos, educación y salud. Se destinan millones de dólares en cadenas nacionales para atacar, ofender, denostar, denigrar, injuriar, calumniar, vejar, descalificar a una persona o institución en particular, mismos que no son del agrado del presidente. ¿Y aquí? ¡No ha pasado nada! ¿Quién reclama por esos abusos de poder y mal uso de dineros públicos? ¿Y si alguien reclama, quién le ajusta cuentas al gobierno? ¿Quién se atreve, quién puede, quién tiene la autoridad moral y legal para hacerlo? Los del gobierno mientras tanto se ríen impúdica e impunemente de la gente y ante la gente. “¡Vengan a cogernos!” (Si pueden o se atreven) es el mensaje que emanan. Desafiantes y altaneros ignoran a la autoridad (¿cuál?). “¡Vamos a ver cómo les va, si se atreven mismo a hacerlo!”
Vemos desde lejos al Ecuador, y lo único que se percibe es un hedor de putrefacción moral desde lo mas alto a lo mas bajo, desde la presidencia hasta la oposición, desde la realeza cortesana de mentes lúcidas, corazones ardientes y manos limpias, pasando por los castrados colaboradores de rupturas de otra época, hasta el plebeyo mas bajo, miembro del vulgo o populacho. La gente vive inmersa en esa pestilencia, y ese tufo, ya no les resulta molesto, se adaptan y acomodan a vivir rodeados de él. Es más, muchas veces, hasta gentilmente colaboran con su acrecentamiento.
¿Quién tiene la culpa? Todos y Nadie. Como todo lo que involucra a entelequias abstractas como aquella de ESTADO.
Vivimos en una cultura que paulatina y progresivamente se va volviendo más maleable en cuestiones morales.
Vienen los sabios de la Grecia, y con sus sofisticadísimas lecturas, sus inteligentísimos conversatorios de cafetín, siguen tapando baches y creando remedios tipo parche, para problemas más profundos, cuya solución radica en un cambio total y radical de la mentalidad de la gente.
Salen con idioteces como, por ejemplo, la de robo y hurto, porque en sus buenas y nobles almas, lo que apremia son los buenos oficios para con esos vilipendiados y vejados seres humanos que han sido privados de su libertad, por haber incurrido en alguno de estos actos. Por poco y llegan a demandar como condicional, la necesidad de que corran sangre y semen, para establecer la diferencia entre hurto y robo.
Establecen un monto, para diferenciarlos. ¡Genial! Así, quien cometa un pecadillo venial no debe ser castigado con similar rigor que quien cometa un crimen atroz. Se lucieron con sus aclaraciones semánticas, los mismos que en otros casos se esmeran piadosamente en abundar en las absurdas cacofonías y tautologías de género.
Pero en lugar de arreglar el problema desde las bases, se van por las ramas a poner remedios inicuos, superficiales e insuficientes. Proponen, como siempre lo he dicho, soluciones tan absurdas como inútiles, que equivalen a la idea de que para evitar los incendios forestales, la mejor solución radica en talar los bosques, o en su defecto implementar extinguidores cada cierto trecho.
En Ecuador no hay, ni Dios, ni ley. Nadie tiene garantía de nada.
¿Quién tiene la culpa? No se. Pero si se, que los ecuatorianos convertimos en parte de nuestras vidas y parte de nuestra forma de ser, una serie de comportamientos y actitudes anómalas, erradas, inmorales, funestas, nefastas, criminales, que, por ser éstas repetitivas, consuetudinarias y de gran potencial para generalizarse, pasan a ser aceptadas alegremente como parte del normal convivir y coexistencia entre ciudadanos.
En Ecuador, es normal que los políticos se beneficien personalmente mientras ocupan un puesto público. Se espera que al menos hagan algo por el resto y por el bien común. Sin embargo, con seguridad casi inexorable, se sabe que algún rédito personal han de obtener de tan aventajada situación. Muchos de ellos buscan y se esfuerzan por permanecer en dicha situación, y la convierten en su modus vivendi.
El problema de la sociedad ecuatoriana es algo más complejo que requiere de acciones y proyectos mas sofisticados y de peso, que la simple implementación de medidas correctivas superficiales. Si los hacedores de leyes, o los pontífices de las bondades de sus geniales propuestas progres no se han dado cuenta de ello, entonces, como diría Simón Bolívar, estaríamos arando en el mar, o en palabras del vulgo, estaríamos meando fuera del pilche o culiando en el aire (y todos sabemos que con el coito eólico, jamás se termina)
Más deplorable y sombrío resulta el panorama, si estos mismos biempensantes hacen lo que hacen a sabiendas de la realidad y no propenden a abogar por cambios mas radicales y que demandan mayor compromiso y esfuerzo, que meras exclamaciones de amor al prójimo a lo socialista, esto es, endilgando al Estado la responsabilidad para con los demás, y limitándose a preparar pergaminos cargados de instructivos para que el Estado se encargue de implementar y ejecutar las políticas que persiguen tan nobles ideales. Es normal en Ecuador vivir en dependencia del paternalismo.
La gente en Ecuador crece con ideas distorsionadas de lo qué es correcto o no, de lo qué es ético o no, de lo qué es moral o no. Por eso, el problema de la corrupción en nuestro país y de la decadencia moral que se vive, radica en la poca educación y conocimiento de valores básicos que permitan a una sociedad marchar hacia adelante en forma conjunta y aunada, en lugar de movilizarse de manera errática y dispersa.
Los ecuatorianos, (de forma general) en muchos aspectos de su cotidiana existencia, con dificultad, reconocen o distinguen lo que está bien y está mal. Muchas veces, por ser el hecho en particular, un acto aceptado de manera generalizada, pasa éste por alto el escrutinio de la escala de valores individuales. En ocasiones, los ecuatorianos, de manera tanto colectiva, como individual, son capaces de reconocer e identificar a ciertos eventos, actos, hechos o situaciones, y considerarlas como malas, negativas, injustas, perversas, inmorales, corruptas, pero que por indiferencia, comodidad, temor, timorata complicidad, o falta de fe en querer que el sistema cambie o en que pueda cambiar, simplemente los dejan pasar por alto.
Otras veces, el hecho inmoral, no es juzgado como tal por los ecuatorianos, porque simplemente en su escala de valores, este hecho no es considerado como malo, bien sea porque el individuo y el colectivo no han sido educados en la connotación negativa de tal acto, evento o situación, o bien sea porque el juicio de valor adjunto a dicho hecho, ha ido modificándose con el tiempo y luego de generaciones ha pasado a ser algo perfectamente aceptable. Existen, no obstante, cosas que no pueden ser consideradas buenas o aceptables, por la simple razón de su recurrencia y generalizada usanza.
La diferencia entre el Ecuador y otros países mas avanzados radica esencialmente en cuan férrea y sólida sea la institucionalidad de cada uno de éstas naciones.
Países con institucionalidad más afianzada y mejor estructurada, se encuentran por delante de nosotros en muchísimas cosas. Si son ricos y prósperos, no es porque el maná les baja del cielo en forma de billetitos verdes. Son ricos y prósperos porque simplemente están mejor organizados y eso implica que tienen leyes que se respetan y se las hace respetar. Tienen instituciones y organismos públicos que se encargan de velar por el cumplimiento de ley y de ponerla a funcionar. Pero también existe la confianza de la gente en esas instituciones y en la real vigencia de la ley.
¿Qué es la institucionalidad? En términos que yo entiendo, es simplemente la idea de que en esas sociedades existe un imperio de la ley. La gente, tanto de manera colectiva, como individual sabe que nadie está por encima de la ley. A esos pueblos se los educa, y se los ha venido educando por generaciones, en ideas y conceptos que conciernen al respeto a los demás, y en que si alguien le falta al respeto a uno, existe una ley que lo ampara e instituciones y personas que se encargan de ejecutarla y ponerla en práctica.
Cuando yo, por ejemplo, en USA, cruzo la calle por la línea cebra en una intersección, pese a estar el semáforo en luz verde para el automotor que pretende curvar hacia la derecha o izquierda, éste se detiene y espera a que yo termine de pasar. Quien conduce el auto, hace todo esto (respetar al peatón) en la mayor parte de veces, de una manera incluso irreflexiva, sin pensarlo. No hay necesidad de tener a un policía plantado en medio del lugar, para que la persona respete esa simple norma de convivencia. Simplemente es así y ni siquiera piensa en que lo hace por temor a alguna sanción. Cuando cruzo la calle en una zona peatonal, (un centro comercial por ejemplo) los motoristas tienen, por ley, que manejar a baja velocidad, y detenerse cuando divisan a peatones cruzando. Cuando un conductor pretende y hace el amago de irrespetar el derecho preferencial del peatón, basta con que éste –el peatón-le clave una mirada, para que el piloto se detenga y se sienta hasta amilanado. En Ecuador, el chofer del auto posiblemente aceleraría y de paso insultaría al peatón por su alevosía.
En la gente de otros países, se tiene bien clara la idea de que no se está por encima de la ley, y de que me pueden caer con todo el peso de la misma si yo incumplo con ella. La gente ha introyectado de manera tanto individual como colectiva, esas ideas de respeto. Además, la gente está segura de que si el motorista incumple, con seguridad se puede demandar que se lo sancione y existe certeza de que si la razón le asiste a uno, la justicia, por lo general, es ciega, e inclinará la balanza a favor de quien este cobijado por la susodicha razón.
Voy a un sitio público y veo, sobre una banqueta pública, unas gafas olvidadas por alguien, no las toco, ni me las llevo. Lo mismo sucede con la mayoría de personas que pasan frente a ellas. Las miran, y las ignoran. Alguna vez, alguien opta por recogerlas, una vez que se ha confirmado que no son de nadie de los alrededores. Muchas mas veces, en cambio, son llevadas y entregadas a alguien que las pueda devolver cuando el verdadero dueño aparezca y reclame por ellas. En Ecuador, lo usual es que el primero que las vea, se apodere de ellas y desaparezca. Es rarísimo ver lo contrario, bien sea que la gente las mira y las ignora, o las entregue a alguien que pueda devolverlas luego a su dueño.
Mis padres fueron asaltados hace 2 días, a la salida de una sucursal del Banco del Pichincha. Ellos, personas de la tercera edad se hallaban haciendo un retiro fuerte de dinero. Los asaltantes que esperaban a las afueras del banco, sabían exactamente quien llevaba el dinero encima. Mi madre, de manera cautelosa, y supuestamente para despistar, había sido quien puso el dinero dentro de su bolso, mientras se encontraba dentro del banco, y frente a la cajera. ¿Cómo supieron los asaltantes a quien tenían que atacar para hacerse con el botín? Esto solo se explica, con la idea de que existía algún cómplice dentro del banco. Los asaltantes, revólver en mano, solo atacaron a mi madre. A Dios gracias, mas allá del susto, el robo y los raspones, el asunto no llegó a otros niveles. Alguien dirá: ¡Qué ingenuos! ¡Qué torpes! ¿Cómo se les ocurre hacer eso en Ecuador? Precisamente en esas exclamaciones y en esa pregunta radica la laxitud moral del ecuatoriano promedio. Nos hemos acostumbrado al robo, sabemos que existe, y lo que mejor hacemos es adaptarnos a este tipo de situaciones, en lugar de hacer algo por cambiarla, o porque se mejoren las condiciones del sistema y del país que propician la multiplicación de estos hechos.
¿Qué hicieron mis padres? Se limpiaron las ropas, se enjugaron las lágrimas, y se fueron a su casa a lamentarse de su infortunio y a alegrarse de haber salido vivos de esta situación. A regañadientes fueron a anteponer una demanda en la policía. No están errados en haberse negado en poner dicha demanda. Primero, para tal trámite, hay que pagar una suma de dinero equivalente a una fracción del monto sustraído. Segundo, y según escuché, si se quiere que se investigue el hecho delictivo, hay que hacer un sinnúmero de trámites engorrosos y aflojar más dinero para que lleguen a feliz término. Tercero, en caso de que los delincuentes sean aprehendidos, hay que mantener la acusación y confiar en que ninguna Elsie Monje o cualquier otro imbécil de los derechos humanos aparezca en la escena, reclamando por la libertad de estos pobres seres humanos que han sido privados de su libertad por un simple hurto (no hubieron sangre ni semen de por medio.) Cuarto, una vez procesados, y si son juzgados y condenados, hay que confiar en que no se acojan a alguna de esas amnistías que liberan pedófilos y otros reos, porque han sido ecológicamente conscientes en el pasado. Quinto, hay que confiar en que cuando salgan estos delincuentes, no lo hagan con ánimo de retaliación. Sexto, así son las cosas en Ecuador, qué mas da, mejor dejar las cosas como están. Total mis padres no tienen conexiones con el gobierno o con algún palo grueso dentro de la política o la justicia (que para el hecho vienen a ser lo mismo.) ¿Quién va a movilizar a un ejército de chapas para salvaguardar a mis viejos, como en el caso de la esposa del fiscalillo aquel? ¿Quién va a ejercer presión para que se agiliten las investigaciones, se faciliten los videos del banco, se investiguen a los empleados del banco, con el fin de establecer una posible complicidad con los delincuentes de la moto? ¿Qué payaso de los derechos humanos sale al frente a apoyar a mis viejos o a cualquier otra persona que ha sido víctima de actos delictivos? Ninguno. Todos ellos tienen el buche bien lleno, de tanto comer en Carondelet, mientras se codean con gente que cree que la delincuencia en el Ecuador es una mera percepción, y se lamentan que las cárceles no tengan ventanas con vista al mar.
No justifico, pero si comprendo, el porqué, por ejemplo, los indígenas se toman la justicia por sus manos, y linchan, lapidan, inmolan o chamuscan a quienes ellos consideran y juzgan que los han agraviado malamente. No hay a quien virar los ojos. La gente no tiene fe en un sistema degenerado, manipulado, corrupto, pestilente. ¿Quién los defiende? ¿Los teóricos de los derechos humanos acaso? Y aún así, tampoco se constata la presencia de estos mismos defensores de los derechos humanos, cuando el ajusticiamiento se ha llevado a cabo, para evitar más de lo mismo. Nos acostumbramos y nos adaptamos. Deja de importarnos o preocuparnos. Hasta llegamos a encariñamos con estas expresiones folklóricas.
Cuando uno va al Ecuador, indefectiblemente termina siendo absorbido y embargado por esa descomposición moral. No se puede existir en ese país, sin dejar de sumarse a esa podredumbre (en mayor o menor grado.) Una vez ahí, no se puede evitar caer en la tentación de hacer cosas, que bien sabemos no son legales, ni morales, y peor aceptadas y excusadas en otros lugares del planeta. Ejemplos de ello abundan.
Sigo pensando en que quiero volver el Ecuador. Pero veo que ese día cada vez está más lejano. Miro con desazón, que la sociedad ecuatoriana se descompone progresivamente, y que nada de lo que se hace, es para mejor. Eso hace que cada día que pasa, me cuestione mas, si en realidad pienso cometer tal insensatez. El sentido común me dicta que no regrese a un sitio en donde no existen garantías de nada. En donde la ley de la selva se va imponiendo paulatina y progresivamente. ¿Qué tipo de vida puedo tener allá? ¿Puedo vivir y nadar contra la corriente? ¿Se merecen mis hijos una vida llena de tanta zozobra e incertidumbre?
Lo acaecido a mis viejos, no es más que una razón poderosa, para meditar si verdaderamente quiero volver a un sitio en el cual, por donde uno lo mire o toque, brota pus y hedor. El pragmatismo se impone al sentimentalismo. Mis hijos no crecen junto a sus abuelos. Nos perdemos los mejores y quizá últimos momentos de nuestros progenitores y hermanos. No disfrutamos tan a menudo como quisiéramos de lo bueno que tiene lo nuestro, de nuestra tierra y su gente, porque lo malo y perverso poco a poco invaden, se cuelan y se infiltran por todas partes y contagia a todos, en mayor o menor cuantía.
Acá, donde vivimos, las cosas distan mucho de ser perfectas e idílicas. Lo reconozco y estoy consciente de ello. No obstante, el nivel de incertidumbre es muchísimo menor. No vivo en ascuas todo el tiempo. Se que si hago mi parte, cosecho los frutos de mi esfuerzo. Se que si pago impuestos, los veo revertidos en obras para mi propio beneficio. Se que si algún problema o situación me aquejan, tengo a quién y a dónde virar mis ojos en busca de ayuda y justicia. Se que si me asaltan en un banco, la policía revisará inmediatamente los videos, interrogará a los testigos e investigará a los posibles sospechosos y a sus cómplices. Se que si me olvido mi billetera en un sitio, existe una gran posibilidad de que regrese y la recupere de entre todas las cosas perdidas que han sido encontradas y entregadas por terceros en aquel lugar. Se que si un Presidente me insulta, puedo meterle juicio y si la esposa de un fiscal me atropella estando en flagrante violación de un sinnúmero de leyes y utilizando propiedad del estado para su transporte personal, tengo la certeza de que la ley no se va a hacer la de la vista gorda. Se que hay instancias que harían imposible la existencia del fiscal y de su mujer. Y se que un fiscal acá, hubiera renunciado en seguida, ante los hechos ocurridos. Se que mis padres no hubiesen sido asaltados, porque acá, la ley del revólver y el “wild west” son cosa del superado pasado y propias de la fantasía del Hollywood de hoy.
Ecuador, tierra de nadie. Tierra donde yo nací. Tierra que se está empantanando y la gente dañando.
¿Y en todo esto, qué tiene que ver el Correa y toda la gentuza que lo acompaña? Simple: ellos han hecho de la mentira un arte popular y vulgar. Ellos han logrado destruir lo poco de institucionalidad que nos quedaba. La palabra de una persona vale lo que sus contactos puedan hacer. Ellos –los robolucionarios del siglo XXI- se han convertido en los abanderados y paladines de la decadencia moral. Y ninguno de sus colaboradores, por mas honesto que se pueda creer, puede ser considerado de manos limpias.
Tengo una profunda decepción de mi país. Me apena terriblemente saber que la gente sencilla y buena, está siendo poco a poco contaminada con ese germen de la corrupción, inmoralidad, cinismo e impunidad. Espero que en un futuro no muy lejano, las cosas empiecen a cambiar para bien, y que esa chusma que hoy nos gobierna y que se ha mofado descaradamente del pueblo reciba su justo castigo; y que finalmente empiecen a ser aplicadas las leyes que ya existen y que están hasta en demasía empolvándose por falta de uso, gracias a los esfuerzos mancomunados de esos iluminados prohombres y promujeres del socialismo revolucionario.