lunes, 7 de septiembre de 2009

Ironías

En el hospital donde trabajo, un gran porcentaje de pacientes son de origen hispano, muchos de ellos no hablan ni jota de inglés. Algunos de mis colegas, hombres de ciencia y brillantes mentes, se sienten frustrados cuando tienen que lidiar con pacientes a los cuales no pueden hacerles llegar el mensaje, debido a la barrera del idioma. Preguntan: ¿Cómo le cuento al paciente lo que tiene y la gravedad de la situación? Hábleles alto y lento, les contesto. La percepción de los gringos es que la gente que no habla su idioma, son una suerte de imbéciles a los cuales simplemente hay que gritarles despacio en inglés, para que entiendan.

Lo irónico del caso es que las dificultades y barreras de comunicación pueden tener serias implicaciones en la salud de los pacientes, y que muchos de ellos, por mas que se les hable en su idioma natal, tampoco entenderán completamente las cosas, ni se darán cuenta de lo afectada que está su salud y que muchas decisiones que ellos tomen, tendrán influencia directa y drástica sobre la misma. El asunto es tan serio, que muchas veces, las fallas terapéuticas, los errores médicos, o el fracaso de los tratamientos, hubiesen podido ser evitados, si tan solo se hubiese contado con una comunicación fluida y eficiente entre el médico y su paciente, seguida de una buena comprensión.

La ironía desenmascara y pone en evidencia la verdadera razón de las cosas. El que un sapo se burle de la boca de un cocodrilo, o que el burro tilde de orejón al conejo, o que el Correa acuse de vulgar a la Laura Bozzo, son ejemplos precisos y claros de lo enfática que es la ironía, y ponen de relieve gestos y actitudes humanas tan despreciables como el cinismo, la falta de vergüenza y de autocrítica.

Burdas frivolidades demuestran que, con la ironía del caso, la verdad salta a la vista. El "diáfano", "respetuoso", "refinado" y "estilizado" presidente de los ecuatorianos, en un flemático arranque de "dignidad", "pulcritud" y de espíritu moralizador, pide al esbirro encargado de “gerenciar” uno de los canales estatales, que saque del aire, por no ser de su gusto –del de Correa-, al programa que conduce una peruana tosca, procaz, ofensiva, vulgar, zalamera, y populachera. El contenido pueblerino de dicho programa, irónicamente, solo abona de manera solapada al estado mental que tanto aqueja a esa gran masa, que, curiosamente conforma la mayoría electoral, y a la cual el puritano Correa pretende defender con sus lamentos y críticas de beata de la Iglesia de la Compañía de Jesús. El de Laura Bozzo, es un programa que despierta una insana morbosidad, alimenta bajos instintos, y se nutre de la novelería propia de mentes simplonas, que están en ese estado por la falta de oportunidades y por la desidia de todos los gobiernos. ¡Oh coincidencia! Son esas mismas mentes quienes votan masivamente por Correa.

La sorprendente acogida, (“rating” para los entendidos) que tiene el programa de Laura Bozzo entre la gran mayoría de televidentes a nivel local (Perú) y a nivel internacional, obedece exactamente a las mismas razones por las que el pueblo apoya y sigue apoyando al Correa, al Chávez, al Ortega o al Evo. La chabacanería que los ornamenta; la simpleza y vulgaridad de lo que presentan y exponen; el enfermizo morbo que adereza sus temas, las bajas pasiones, los rencores, envidias y otras bajezas que se desenmarañan, escudriñan y se convierten en escándalo; la cuestionable veracidad de los testimonios. Todo esto, lo comparten, cual almas gemelas, Correa, Bozzo, y el terceto restante de bolivarianos.

Resulta entonces irónico que el Correa se queje de lo mismo que lo aqueja a él; que condene lo mismo que merece condena en él.
La explicación: el espíritu capitalista.

¿Capitalista? Si. Capitalista. ¿Por qué? Porque Correa simplemente pretende, como cualquier buen capitalista que se precie de serlo, de monopolizarlo todo. El monopolio del oprobio, el insulto, la vulgaridad, la descalificación, el autoritarismo, no pueden ser explotados y usufructuados por otros.

Correa actuó así, porque vio en la Bozzo a la competencia perfecta, digna de cualquier esfuerzo para ser eliminada. Ambos se sostienen en la tarima por las mismas razones: la vulgaridad, la procacidad, la falacia, el embuste, la calumnia, la descalificación, la prepotencia, el vejamen. Pero ellos no solo comparten y compiten por el Oscar a mejor payaso, por las cuestiones de forma. Correa y Bozzo también comparten ese no se qué místico, esa “licencia poética” que otorga el poder, para ahondar, fomentar, y perennizar el embrutecimiento de las masas. Ambos perpetúan la mentalidad pueblerina, esquiva a la educación, al refinamiento, y al conocimiento.

Polos iguales se repelen, y las palabras de Correa confirman lo que la ironía sentencia. Correa terminará metiéndose el tiro en el pie, tal y como el amigo de este video. ¡La ironía de las cosas!



Y si queremos mas ironía, vayamos al asunto educación superior. En USA no todos los estudiantes que cursan la escuela secundaria, terminan graduándose. Solamente 25% de aquellos que se gradúan de “high school” van al “college” es decir, acceden a una educación superior equivalente a una licenciatura. Y de ese 25% un porcentaje no mayor al 70% termina haciendo estudios de postgrado (maestrías o PhD.) Por otro lado, gústele a quien le guste, y moléstele a quien le moleste, en USA está un gran porcentaje y número de las mejores universidades del mundo. En contraste, en otros países, las universidades se multiplican cual kioscos de salchipapas. Ofrecen cartones al por mayor por cómodas cuotas mensuales y el sistema de dichos países no contempla organizaciones que velen por que el nivel académico y profesional de sus graduados cumpla mínimos estándares. El diploma de graduado, por lo tanto, no tiene mucho peso a la hora de ser calificado para un empleo o puesto.

La ironía del asunto radica en que existe una relación directamente proporcional entre lo mal que se encuentra dicho país, y el número de personas que acceden a las universidades. El caso del Ecuador es la excepción que confirma esa regla, por el simple hecho de que la pobreza ya roza lo extremo, y la sumisión mental del pueblo es tal, que ya a pasado a ser una cuestión generacional y perpetuada ad infinitum por la poca o nula acción de los gobiernos en dicho campo.

Y para dar el puntillazo final a dicha ironía, quienes están trabajando en una reforma a la educación universitaria, no están a la altura académica para gestarla, y simplemente obedecen a encomiendas ideológicas llenas de originalidades. En lugar de tratar de emular o adaptar a nuestra realidad lo que ha demostrado ser efectivo, tenemos que optar por inventarnos nuevas formas y leyes para mejorar la educación superior por decreto.

Entre otras joyas, por ejemplo, demandan mas investigación en las universidades, así como mayor número de profesores a tiempo completo con títulos de PhD. Irónico resulta, y no por descalificarlo como ser humano, que quien dirige la SENPLADES, no tenga un título PhD que le confiera autoridad moral, académica y científica para criticar a las universidades del Ecuador.

La ironía refleja una verdad dolorosa que muchos procuran y creen ocultar.

No hay comentarios.: