domingo, 25 de enero de 2009

El hijo de Dios no muere boca abajo

La única real esperanza que le queda a este país, son las elecciones de abril, donde los ecuatorianos tendrán la oportunidad de rectificar, y elegir a alguien que haga gala de sentido común, tenga visión a largo plazo, y busque el consenso y la conciliación. Se ha demostrado hasta la saciedad que los títulos rimbombantes, (economistas phD, máster en lo uno, o en lo otro) tal parece, no son suficientes para calificar a un individuo como capaz de sacarnos del atolladero. Fueron sendos “Harvard boys” los que nos iniciaron en la tal noche neoliberal y nos llevaron a feriados bancarios por ejemplo. Son ahora otros tantos títulos de similar laya, los que nos están hundiendo en la pesadilla socialista del siglo XXI… ¡hasta la victoria siempre! Lo que el Ecuador necesita es alguien que deponga el narcisismo, la revancha, el odio, el rencor, y supere los complejos y taras de la infancia, en aras de optimizar la inversión social, y eliminar el culto a la persona y la difusión masiva de falacias y dádivas que forzan al pueblo a convertirse en menesteroso. Se necesita de alguien que se acoja y cumpla las leyes, promueva su difusión con el ejemplo, y las aplique a propios y extraños.

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