viernes, 3 de abril de 2009

Los De De-Hache Hache

Dicen que no hacen nada al respecto, porque dichos acontecimientos son casos aislados y muy particulares. Dicen que no se puede generalizar, y que tales obrajes son ilegales, a pesar de ser ellos, los paladines del derecho humano. Dicen defender los derechos de las minorías aplastadas. Lograron una reivindicación abultada y exagerada de dichos derechos, en las inserciones que hicieron a la ya atiborrada y letánica constitución de Montecristi. Lograron envalentonar a dichas minorías, convirtiendo a las minorías en los nuevos perseguidores y haciendo del resto, una amenaza en potencia. Pobre de aquel que se meta con una minoría. Lograron posicionar privilegios, canonjías y excepciones para dichos grupos minoritarios, en detrimento de la igualdad de todos. Menoscabaron la idea de igualdad ante la ley, al pretender una absurda homogeneidad de los individuos. Taras del comunismo. Se fueron del chiste a la patanada. El sumac kawsay, creo que era la meta.



[Fotos de diario El Universo]

Sin embargo, no emiten una opinión al respecto. Un ensordecedor silencio de complicidad es lo que se escucha.

Pero eso si, son los primeritos en hacer “activismo” cuando se trata de atiborrar los documentos y los discursos con la monserga de género, por citar un caso.

Me van a disculpar, pero a veces se debe generalizar, pues la abundancia de evidencias, o mejor dicho, la carencia de acciones, hablan por si mismas y en contra de sus personeros.



Estos personajes buscan en la asepsia de su discurso pontífico, la pureza y exaltación de todos los derechos, hasta de los mas pírricos y absurdos, y por esa malsana propensión a atender con vehemencia y ahínco los derechos de unas minorías, se olvidan del resto.

Muchos de ellos, sino todos, se han convertido en comensales de este gobierno, su mecenas. Izquierda, Socialismo, Comunismo son palabras con las que se los asocia en nuestro país. Cualquier cosa opuesta a dichas ideologías, es de por sí sospechosa de ocultar las mas perversas intenciones en contra de los derechos de las minorías.

Se olvidaron que los ricos, los “pelucones”, por ejemplo, son también una minoría. Y sin embargo, esa minoría ha sido excluida de su agenda. Ellos son selectivos con los tipos de minorías. El espíritu de universalidad ha sido distorsionado. La pluralidad ha cedido a la singularidad. Han contribuido generosamente a abonar con las ideas simplonas que calan en mentes básicas, en almas aquejadas de rencor crónico generacional y en espíritus acomplejados, ideas tales, que postulan que pobre=bueno, rico=malo; o trabajador=oprimido/explotado y empresario=opresor/explotador; o izquierda=el buen camino, derecha=el camino errado. Han matizado todo en blanco y negro. Han relegado al disenso y a la crítica a ellos al mismo cajón de su polarizada visión: si no es blanco, indefectiblemente tiene que ser negro, no queda de otra, los grises no caben. Así piensan, así actúan. Han sido tan hábiles, que incluso han logrado revertir la idea que se tienen de las cosas, como que ser terrorista es noble, loable, y tal condición merece que estos organismos se movilicen raudamente en salvaguarda de los derechos de estos activistas de la violencia, por el contrario, ser parte de las fuerzas del orden o milicias que han destruido y eliminado a algunos de los afiliados del terror, ha merecido la condena, el escarnio, la suspicacia y la consabida investigación, (usualmente por una comisión de la verdad del mandamás) mientras que los agentes del orden han visto su acción limitada, entorpecida, y obstaculizada por estas dependencias gubernamentales.



Teóricamente, según la mamarrachada de Montecristi, la justicia indígena es autónoma en sus decisiones siempre y cuando no atente contra ciertos derechos escritos en la susodicha sábana constitucional, y se enmarque en la zona geográfica de dicha comunidad indígena. Algún iluminado defensor de los DDHH dijo que el código de derecho de los indígenas, (un código que no está escrito, sino que proviene de supuestas ancestrales tradiciones y costumbres, y que por lo tanto puede variar ampliamente de acuerdo a la “visceralidad” de quien lo implemente o ponga en acción) es mas complejo de lo que creemos, y que, ellos, los sabios de los DDHH, abogan por ese derecho indígena a la autodeterminación y a sus ancestrales costumbres y leyes (¿?) que, irónicamente, si están bien protegidos en la constitución del hombre mestizo. Nadie se ha molestado en pedir a los indígenas que definan sus leyes. Las oficinas de los DDHH que obran como dependencias de Carondelet, siempre guardan silencio ante estos linchamientos. Asi mismo, merecen una crítica y condena, aquellos camarógrafos que filman y sendos periodistas que impávidos "narran" dichas atrocidades, motivados por obtener la "primicia" y aumentar el "rating". Cierto es que el miedo a las turbas enardecidas es enorme, y acciones para controlarlas pueden ser controproducentes para quien se les opone, pero se pueden hacer otras cosas, como llamar a la policía y evitar los linchamientos y ajusticiamientos, malamente jusitificados bajo el amparo de una confusa constitución, fruto de la novelería y la improvisación. La gente de DDHH debería estar reclamando por los DDHH de quienes son ajusticiados, y no solo por la novelería aquella de defender los DDHH de las tradiciones indígenas. ¿Dónde quedó el derecho básico a la defensa y a ser considerado inocente hasta que se pruebe lo contrario? ¿La sed de "justicia" y la urgencia en una sanción inmediata, son justificativos suficientes para tales actos?



Así es como se puede resumir brevemente el concepto que se tiene en forma general de los organismos de los DD.HH en el Ecuador; mas aún, hoy, con un nuevo caso de ajusticiamiento a manos del indigenado. Ni que hablar de los derechos de los ecuatorianos, gravemente violentados por nuestro gobernante y sus acólitos a lo largo de estos 2 miserables años de gobierno y las innumerables violaciones a la ley, a la constitución anterior, a la que ellos tan solemnemente fabricaron, a la impunidad de sus actos, a los vejámenes. Jamás organismo alguno, o personero de los DDHH ha elevado su voz de protesta, peor aún, ha iniciado una acción para que se corrijan, enmienden o castiguen todos esos desafueros, abusos y violaciones.

Me suscribo a las palabras de Jorge Alvear Macías.

1 comentario:

Juan Montalvo dijo...

George Orwell, 1984, el Ministerio de la Verdad. Si nadie ve los paralelismos que acuda al oftalmólogo.