martes, 3 de febrero de 2009

Células madre... ¡Qué poca madre!

A continuación una misiva que le fue enviada al notable médico ecuatoriano don Plutarco Naranjo en respuesta a su poco ilustrado editorial publicado en El Universo el 3 de Febrero del 2009.

CELULAS MADRE (Plutarco Naranjo naranjo@lenguaje.com)

El presidente Obama acaba de dar vuelta a una página de ignominia para la ciencia, aquella que prohibía la utilización de fondos estatales para las investigaciones con células madres. Cuando, al ser fecundada la mujer, el espermatozoide penetra en el óvulo, esta célula adquiere la capacidad de autorreproducirse, primero en dos células nuevas, cada una de las cuales se reproduce en otras dos y así sucesivamente, hasta formar al embrión. Esta es la llamada fase de multiplicación o reproducción celular, que más tarde dará paso a otra fase, la de diferenciación celular. Durante la diferenciación, unas células se convertirán en nerviosas, otras en musculares, otras en células sanguíneas y así hasta formar los tejidos y órganos del cuerpo, con células que han ido madurando y especializándose. Estas células, especializadas y maduras (salvo excepciones), pierden totalmente la capacidad de autorreproducirse. Muchas de ellas están condenadas a morir. Pero volvamos al periodo inicial del desarrollo de un ser: las células que existen en dicho periodo son las llamadas células madres. Estas células madres subsisten en el espesor de las vértebras, en la llamada médula espinal, y pueden, ellas sí, reproducirse a todo lo largo de la vida del hombre o del animal vertebrado. Tales células son las madres de los glóbulos rojos y de la variedad de glóbulos blancos de la sangre. Todos los días mueren grandes cantidades de estas células sanguíneas, pero son reemplazadas por otras nuevas. Asimismo, las células superficiales de la piel se convierten en escamas que perdemos por millones todos los días. Pero la epidermis se regenera a diario, gracias a células madres que subsisten en la capa profunda de la piel. Así pues, las células madres conservan a lo largo de la vida del ser la asombrosa capacidad para autorreproducirse y transformarse en las muy diversas células especializadas del cuerpo. Y es esta capacidad la que puede ser aprovechada por la ciencia y la tecnología médica para el tratamiento de algunas enfermedades graves, como ciertas clases de parálisis o (en un futuro) para reemplazar tejidos y órganos enfermos o muertos. Hace algunos años los científicos comenzaron sus investigaciones en este sentido. Desafortunadamente, por temores, por prejuicios de carácter religioso, por ceguera ante las evidencias (igual a lo demostrado en su negativa a firmar los tratados de Kioto contra el calentamiento global), el gobierno de Bush decidió prohibir tales investigaciones, lo que constituyó un duro golpe para los científicos norteamericanos. En cambio, en varios países europeos y asiáticos, donde nunca se prohibieron sino que se impulsaron dichas investigaciones, se han dado pasos decisivos en el campo terapéutico. En Latinoamérica, un país que ha progresado en estudios de las células madres es Brasil. Congratulémonos pues por la medida del presidente Obama, que reivindica a la ciencia y a los denodados investigadores estadounidenses.
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Estimado don Plutarco Naranjo,

Le escribo, porque al leer su editorial del día de hoy 3 de Febrero, he notado que usted está totalmente desinformado sobre la investigación de las células madre (CM). Tal parece, usted cree que la investigación sobre estas células se centra en el análisis y manipulación de las células pluripotenciales que, escasamente se encuentran en la médula ósea (MO) o en la sangre del cordón umbilical (CU). Una de las pocas cosas acertadas de Bush fue poner control a la investigación de las células madre, por el simple hecho de que los estudios de las mismas se enfocan preferentemente en los embriones y no en la MO o en el CU. Los que todavía nos encontramos actualizados en cuestiones de genética, y practicamos medicina un poco mas de lo que nos dedicamos a las letras, sabemos que el embrión tiene un tipo de célula madre que no se encuentra en la MO o en el CU. Estas células se llaman totipotenciales, es decir, éstas si son las verdaderas células madre, y para “cosecharlas” hay que sacrificar al embrión. Bush, por encima de todos sus desatinos y gravísimos errores, es opuesto al aborto. El estudio de las CM por lo tanto involucra la manipulación de seres humanos en pleno desarrollo, (léase, embriones) y abre la puerta a un sinnúmero de situaciones en las que se manipularían, fabricarían y destruirían embriones para fines investigativos y de lucro. Recuerde que lo que mas motiva a un investigador en la actualidad, en forma general, es el lucro, y no el afán altruista. Las compañías de biogenética y farmacéuticas que se dedican a la investigación de CM no lo hacen por ayudar al prójimo, las motiva el mas salvaje capitalismo, ese al que la gente de la robo-lución, le achacan la llamada noche neoliberal. Le ruego se actualice en sus conocimientos médicos harto caducos y superficiales, y de paso lo conmino a despojarse de esa imagen de “moderno” que cree proyectar por apoyar ideas supuestamente “progre” y "modernas" que atentan contra la dignidad humana como es la manipulación de embriones humanos, seres humanos en su primera etapa. Si usted no concuerda conmigo en lo dicho sobre las CM, entonces, para usted el aborto tendría una “noble” y “humanitaria” justificación: un ser humano por un riñón o una nueva médula espinal. ¿Cierto?

Atentamente,

Juan Sebastián Utreras-Carrera, MD

PD/ Las manipulaciones e investigaciones con células madre obtenidas de la médula ósea, o del cordón umbilical, no son motivo de objeción moral, están sujetas a la misma ética y moral que embargan a aquel mundo científico en el que se evita usar a seres humanos como conejillos de indias. Las células madre a las que usted se refiere, no se encuentran en la médula espinal, sino en la médula ósea. Esa confusión suya, en labios de un médico, es tan garrafal, y equivaldría a que un mecánico no sepa diferenciar entre la llanta del carro y el volante de éste.

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